lunes, 14 de marzo de 2011

...como matar a un ruiseñor...

…como matar a un ruiseñor…
Escarbando en mi cajón de los recuerdos, reviví la película  “Como matar a un ruiseñor” basada en la novela de Harper Lee, del mismo nombre cuya traducción al español induce a un equívoco, pues no se trata de indicar la  manera de matar a un ruiseñor, sino de un comparativo. Algo tan estúpido…como matar a un ruiseñor… Algo tan sin razón…que es como matar a un ruiseñor…. Algo tan ruin…como matar a un ruiseñor…”.
Y es que la vida diaria nos enfrenta con actuaciones y con personajes que sin razón alguna hacen cosas como matar a un ruiseñor, como quitarle un juguete a niño,  como negarle un bocado a un hambriento, como no responder un saludo, repetir un chisme, burlar a alguien por un defeco físico, tratar despectivamente a un empleado o un alumno o un subordinado,  y así muchas actuaciones u omisiones, que pueden no ser delitos pero que son indicativos de pobreza de sentimientos, y a veces de bajeza y de ruindad.
Nos educaron y a su vez educamos para que no se delinca, pero pocas veces se educa para ser generosos, para no matar a un ruiseñor, para no herir. Y en esta forma estamos desarrollando una sociedad fría e indiferente. Una sociedad que solo se conmociona cuando la tragedia o el dolor apuntan individual y directamente a uno de nosotros, pero que pronto olvida los dolores ajenos y sigue de rumba.
Por ello me pareció un buen síntoma el hecho de que se hubiere dado despliegue y repudio al incidente de la patada mortal a la lechuza del estadio. Ese despliegue y ese rechazo indican que todavía tenemos gente que cree que también son reprobables aquellas conductas que si bien no son delictivas, si son indicadoras de dureza de corazón, de predisposición a la violencia, de pobreza de sentimientos.
Está bien que se condenen esas conductas, y que nos propongamos educar y educarnos en la nobleza de espíritu, en la amable cooperación, el cordial entendimiento, la amabilidad con todos y el repudio a causar todo tipo de daños, tanto materiales como sentimentales.
Y ya que hablamos de la novela y la película dirigida por Robert Mulligan y protagonizada magistralmente por Gregory Peck, ganadora de tres Oscares en 1962, recordaré su trama que será siempre vigente pues siempre existirán inocentes acusados y sociedades que condenan basadas en prejuicios: En los años de la gran depresión, en una pequeña ciudad sureña y por lo tanto racista, una mujer acusa a un joven negro bonachón llamado Tom Robinson de haberla violado. Tom es indudablemente  inocente pero en una sociedad intolerante la opinión pública lo condena anticipadamente y ningún abogado quiere defender lo que se cree una causa perdida. Solo un buen abogado Atticus Finch (Gregory Peck) cree en Tom y asume su defensa.
Este juicio no es solo contra Tom, es el juicio de una comunidad racista que quiere juzgar y condenar a los diferentes, a los buenos e inocentes (simbolizados con la imagen alegre y sencilla del ruiseñor). La novela y la película abordan temas como el aprendizaje moral, el crecimiento personal, y la confrontación entre el bien y el mal, todo ello desde el punto de vista de una niña de nueve años, hija del abogado Atticus Finch,  niña que en la  novela es la narradora. Todo ello dentro de un ambiente  nostálgico  muy propio de los años de la gran depresión.
La compasiva y valiente defensa le cuesta al abogado Atticus la pérdida de muchas amistades, pero le otorga el respeto y la admiración de sus dos hijos, huérfanos de madre.  Se da así otra lección: el deber de un abogado de defender lo que crea sea juna causa justa, de manera generosa, es decir sin esperar la paga.
Si tuviéramos un cine club esta sería  una película que obligatoriamente deberíamos volver a ver los que en los años sesenta la vimos, o que .a vean los más jóvenes.
FICHA: AÑO 1962 
DURACIÓN 129 min.   Trailers/Vídeos 
DIRECTOR Robert Mulligan
GUIÓN Horton Foote (Novela: Harper Lee)
MÚSICA Elmer Bernstein
FOTOGRAFÍA Russell Harlan (B&W)
REPARTO Gregory Peck, Mary Badham, Brock Peters, Phillip Alford, John Megna, Frank Overton, Rosemary Murphy, Robert Duvall
PRODUCTORA Universal. Productores: Alan J. Pakula & Robert Mulligan
PREMIOS 1962: 3 Oscar: Mejor actor (Gregory Peck), guión adaptado, dirección artística. 8 nominaciones