LA VIDA
NOVELESCA DE UN NOVELISTA
De
Álvaro Villamizar Suárez. 10 de Febrero
de2013.
Dedicado
con especial afecto al joven Daniel Gómez Villamizar, que se perfila como mi
cómplice de lecturas.
No
me avergüenza reconocer que pese a creerme un buen e infatigable lector de
novelas, no había oído hablar de un tal
Émile Ajar. No es posible leer a todos los autores y todas las novelas. De modo que cuando un nieto, adolecente pero
ya muy dedicado a leer, puso en mis manos un libro editado modestamente y casi descuadernado,
y me invitó a leerlo, lo recibí con recelo pues nada me decía ni el autor ni el
título: “La vida ante si”. Iniciábamos un
largo vuelo trasatlántico y más por cortesía con el muchacho que por interés, suspendí la
lectura de otro libro y me aventuré en la novela que se me ofrecía. Quedé
cautivado desde su inicio; el libro me acompañó gratamente durante las largas e
incómodas horas de vuelo.
Quise
enterarme sobre el autor de quien presumí sería un emigrante árabe radicado en
París, dado el ambiente en que desarrolla la agradable novela. Al regreso me propuse saber más sobre Émile
Ajar, y fue buena la sorpresa y también mi rubor al enterarme de lo que mucha
gente ya sabía: Émile Ajar era uno de los seudónimos del renombrado novelista
francés Romain Gary, cuyo nombre conocía lo mismo que los títulos de algunas de
sus muchas novelas, entre ellas: "Les Racines du ciel (Las raíces del
cielo) galardonada con el premio Goncourt
de 1956, novela que es considerada como la precursora del ecologismo y
protección de la naturaleza y los
animales.
Al
indagar en revistas y libros sobre la vida de Romain Gary del cual solo conocía
las breves referencias que trae la solapa de los libros, concluí que la mejor
novela de Romain Gary era su misma vida.
En
primer lugar este escritor francés, no era francés, al igual que el gran
escritor ingles Conrad no era ingles sino polaco. La nacionalidad de Gary es
todo un enredo: nació en Vilna, Lituania,
el 8 de mayo de 1914, como Roman Kacew. En esa década Lituania estaba ocupada
por el imperio ruso, pero formaba parte de Polonia. En consecuencia era ruso nacido en Lituania-
Polonia, no hablaba lituano. Realmente
era ruso-judío y hablaba ruso y en su hogar en yídish. Parte de su niñez la
pasa en Varsovia–Polonia- y le toca aprender polaco. Su mamá trashumante (el
papá biológico nunca lo reconoció) en se
va a vivir a Niza, y le toca aprender francés. Allí decide a ser escritor en
lengua francesa.
Escribe y publica sus primeras novelas con su verdadero
nombre Roman Kacew. Más adelante multiplica sus seudónimos: Romain Gary, Fosco Sinibaldi, Paul Pawlovitch, Shatan Bogat y Émile Ajar. Una premonición de una
manía con final fatal.
Pese al éxito de sus primeras obras firmadas con su verdadero
nombre ruso, su madre le dijo que con un apellido ruso (recién exilados los
nobles rusos) solo lograría ser portero de hoteles de lujo o bailarín. Aceptó
el consejo materno y adoptó el nombre de Romain Gary, nombre de resonancia
francesa.
Llega
la segunda guerra mundial y el joven novelista como nuevo francés, ex polaco,
ex lituano, ex ruso, se enrola como piloto militar en defensa de Francia. Su
valor le da fama y es condecorado como Héroe de
Guerra con la Cruz de Guerra por el general Charles De Gaulle, recibe además la
orden de Caballero de la Legión de Honor y de Héroe de la Liberación, entre
otras condecoraciones públicas. Pocos obtienen estas distinciones.
Es joven y estudia derecho. Aspira vincularse a la
diplomacia francesa y logra algunos cargos. La vida le sonríe, sus novelas son exitosas
y le proporcionan importantes ingresos. Sus novelas y guiones son llevadas al cine. "...Se
casa con la famosa actriz Jean Seberg actriz
de los filmes de Godard y musa de la nouvelle vague–, aviador, jugador de
póquer, protagonista de la bohemia chic parisina…/…” ( Revista el Malpensante).
Algún tiempo vive en la meca del cine Los Ángeles en donde fue cónsul de
Francia.
El éxito lo persigue. En
1956
recibe el codiciado y prestigioso premio Goncourt por su novela: Les Racines du
ciel (Las raíces del cielo).
En Paris se codea y es asiduo a las tertulias de los
intelectuales de moda, es amigo de
Malraux, de Albert Camus, y otros intelectuales, algunos alinderados en
la puntillosa izquierda francesa.
La
Francia de la década de los setenta está fuertemente politizada. El general de
Gaulle divide las opiniones. La izquierda lo cuestiona. La derecha central lo
adora. La derecha extrema, lo odia por el caso Argelia
Romain
Gary es admirador del enérgico general. Los intelectuales de izquierda se
molestan y marginan. “…/… algunos críticos literarios de renombre, vinculados
al nouveau roman, comenzaron a encontrarle defectos. Lo calificaron de démodé,
y lo tildaron de ser un remedo pálido de Graham Greene. Entonces Gary, un
certero bromista, decidió burlarse de sus críticos y, tras dejar de publicar
con su nombre, ejecutó una de las venganzas más extraordinarias y novelescas
que puedan concebirse…/…” (Revista El Malpensante).
Viene
ahora la mejor parte de su novelesca vida: Romain Gary ya había ganado en 1956
el premio Goncourt, una de cuyas
estrictas reglas es que nadie puede recibirlo dos veces.
Entonces
un anónimo escritor, un tal Émile Ajar, ¿tal
vez un exilado argelino?, se presenta a competir con decenas de escritores,
con una novela titulada “La vie devant soi” “La vida ante nosotros”, o La
Vida ante sí” según el respectivo traductor. La
novela es aclamada y gana el premio Goncourt de 1975 a la mejor novela
del año.
Los
intelectuales y los lectores se preguntaban ¿quién será el tal Émile Ajar? Elogiaban al gran
escritor Ajar sin sospechar que era el
mismo Romain Gary, a quien
criticaban y descalificaban. Que inteligente venganza o burla la de Romain Gary (o Romain Kacew? ¿o Romain Gary, Fosco Sinibaldi, Paul Pawlovitch, Shatan Bogat o Émile Ajar? O
finalmente Paul
Pawlovitch?).
Triunfo
y tragedia. El escritor no podía demostrar a sus críticos que era el era el
ganador. Aceptarlo podía incluso ser calificado de delito. Había triunfado pero
no podía gozar su triunfo.
Su
vida se complicaba, y se refugia en Ginebra en donde adoptó otro sugestivo
seudónimo: Paul Pawlovitch y allí, escribió Pseudo bajo una supuesta crisis de
paranoia, libro donde dijo que el verdadero Emile Ajar era el inexistente Paul
Pawlovitch. “Pseudo” traducido al inglés muy acertadamente por David Bellos,
bajo el título de Hocus Bogus, crea más desconcierto al afirmar y también negar
la autoría del libro. "Psudo es parte de una protesta general contra el
sufrimiento y la hipocresía universal. Jugando con categorías novelísticas,
esta obra es un poderoso testimonio de la potencia del lenguaje para expresar,
divertir, engañar, y finalmente a confesar complejas circunstancias personales.
Jean Seberg su esposa (otra vida digna de escribir una novela) consagrada
como una de las más importantes actrices de la época, (protagonizó filmes como Juana
de Arco, Buenos días tristeza, Al final de la escapada...) protagonista
ella misma de una vida tormentosa rodeada
de amantes, algunos celebres como el escritor mexicano Carlos Fuentes, y de
peligrosos vínculos políticos con terroristas de la extrema izquierda desembocaron
en el divorcio y en la depresión y las drogas que la llevaron al suicidio en
Paris el 30 de agosto de 1979.
Romain
Gary regresa a Paris, escribe su obra póstuma: “Vie et mort d'Émile Ajar” y
cierra su ciclo vital el 2 de diciembre de
1980, cuando con cierta elegancia se da un tiro en la sien.
Será para próxima crómica la reseña de “La vie devant
soi” “La vida ante nosotros”, o La Vida ante sí” según cada traductor.