lunes, 31 de marzo de 2014

LA CONCORDIA FUE POSIBLE


LA CONCORDIA FUE POSIBLE

 

Adolfo Suárez. *Ávila, 25 de septiembre de 1932 - +Madrid, 23 de marzo de 2014

 

“La Concordia fue posible”, este epitafio identifica el sepulcro de Adolfo Suárez fallecido hace pocos días en Madrid. La concordia que muchos consideraban imposible de lograr en la España de los años setenta, fue posible gracias a él.

Recordemos esos años: La guerra civil (1936 / 1939) dejó profundas huellas y resentimientos   y el fin de la guerra fue el inicio de la férrea y represiva dictadura del general Franco. Al morir Franco, en 1975 España seguía profundamente dividida y adolorida y se vivían momentos de gran tensión por el rumbo que tomaría España después de la muerte del "Caudillo": los herederos políticos del dictador y los militares deseaban que las cosas siguieran igual: control y represión, obstáculos a la libre expresión, exagerada injerencia del poder clerical en el manejo del estado. A su vez los partidos y movimientos de centro y de izquierda exigían un cambio total.

Muerto Franco, el rey podía asumía el mando absoluto, pero también podía optar por la democracia. Pocos apostaban a que el joven rey don Juan Carlos se aventurara a abrir España a la democracia. Pero lo hizo y designó a Adolfo Suárez, joven y carismático político de ideas de derecha como Presidente del Gobierno, y le otorgó facultades para implantar una nueva constitución de corte democrático.

El país era escéptico, tanto  la izquierda como la derecha recibieron con recelo este nombramiento.  A partir de ese momento en que asume la presidencia del gobierno Adolfo Suarez pasa a la historia como el estadista que logró la concordia y que puso a España en el camino de las libertades, la democracia y el progreso. Fue labor suya el proponer una constitución que mantiene la monarquía como vínculo de unidad nacional, da autonomías a las regiones, garantiza libertad de cultos, de expresión, de asociación, de integración y apertura mundial.

Los exilados pudieron volver, se legalizaron partidos proscritos como el partido comunista duramente perseguido en la dictadura.  Son celebres las fotos en donde aparecen personajes que años antes no podía imaginarse siquiera saludándose: El cardenal primado de España, al lado de Santiago Carillo jefe supremo del partido comunista,  la famosa Pasionaria, quienes regresaban de un largo exilio y el presidente Suárez.

Pero la política es veleidosa: quien triunfa hoy puede ser excluido ingratamente mañana. Al igual que a Churchill salvador de Inglaterra, después de gobernar con éxito, el electorado le dio la espalda. El poder desgasta, y pese a sus méritos los partidos políticos le restaron apoyo y Suárez renunció a la presidencia del Gobierno.

Los años pasaron y cuando ya Suárez no tenía ambiciones políticas, se volvieron a reconocer sus méritos y empezó a recibir merecidos honores.

Se  recordó entonces su histórica actitud cuando en plena sesión de las oretes (Parlamento español), penetró el coronel Tejero disparando a diestra y siniestra con un grupo de militares que amedrentaron a los parlamentarios para iniciar un golpe de estado encaminado a restaurar el antiguo régimen. El coronel golpista, pistola en mano ordenó a todos los parlamentarios y funcionarios del gobierno botarse al suelo o arrodillarse. Todos obedecieron menos Suarez que desafiante permaneció de pie. Tejero se rindió ante el respaldo incondicional del rey al valiente presidente Suárez y se derrotó la intentona de golpe de estado.

Los méritos de Suárez ahora reconocidos le valieron las más altas distinciones del reino de España: nombrado  Duque de Suárez, condecorado con la orden del Toisón de Oro y Collar de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III, que muy raras veces se  otorga. En su funeral de estado presidido por el Rey y el príncipe heredero, coincidieron los líderes de casi todos los partidos: Felipe González, Rodríguez Zapatero, Pérez Rubalcaba, Mas el presidente de la autonomía Catalana, junto a Aznar y Rajoy. El ex presidente de Colombia Álvaro Uribe se cuenta entre los asistentes. Una multitud acompañó su féretro. Encuestadas muchas personas, todas coincidieron en un testimonio de gratitud y fueron unánimes en que además de ser un gran estadista, era por sobre todo un hombre bueno, amable y de fácil acceso al pueblo.

Adolfo Suárez, Virgilio Barco y Cúcuta.

Cuando Virgilio Barco y Carlos Andrés Pérez acordaron constituir las Comisiones Presidenciales Binacionales de alto nivel, para dirimir los conflictos fronterizos y lograr la amable concordia e integración natural de las zonas de frontera, los presidentes coincidieron en invitar a Adolfo Suárez como testigo de honor a la instalación de esas comisiones. Ese día tuve el honor de conocerlo y de intercambiar ideas con el gran estadista. Cúcuta tuvo igualmente el honor de tenerle como su huésped.

A manera de anécdota triste, debo recordar que en el banquete servido para ese evento, la clase dirigente desaprovechó el momento para hacer planteamientos de desarrollo. Alguna señora que ocupaba un alto cargo de nivel local nos hizo abochornar cuando quiso liderar las conversaciones llevándolas  en son de vulgar informalidad a temas de minucias de la política parroquial.

Son abundantes las frases que en su momento pronunció o escribió Suárez y que sirven de inspiración para naciones como la muestra en donde aún quedan personas que quieren seguir acariciando el rencor por lo que llaman el inicio de “la violencia” política de hace más de cincuenta años, pero que tienen que encarar el reto de la reconciliación y la concordia.

"La democracia, por encima de sus exigencias concretas y de sus modos técnicos de realización, es un estilo de vida, una forma de entender y actualizar la convivencia política, que se gana día a día por el trabajo ilusionado, el esfuerzo integrador, la voluntad de diálogo y la capacidad de compromiso."

Al recibir el premio Príncipe de Asturias de la Concordia en septiembre de 1996, dijo: "En un sistema democrático nadie está en posesión de la verdad absoluta, el pluralismo político es absolutamente imprescindible y uno de los valores más importantes de la vida política es la confrontación de los programas y las ideas. Pero creo también que debe haber un campo muy especial en el que la inmensa mayoría de las fuerzas políticas, económicas y sociales pueden y deben llegar a un acuerdo."

 
Adolfo Suárez en su despacho como Presidente del Gobierno