LA CONCORDIA FUE
POSIBLE
Adolfo Suárez. *Ávila, 25 de
septiembre de 1932 - +Madrid, 23 de marzo de 2014
“La
Concordia fue posible”, este epitafio identifica el sepulcro de Adolfo Suárez
fallecido hace pocos días en Madrid. La concordia que muchos consideraban
imposible de lograr en la España de los años setenta, fue posible gracias a él.
Recordemos
esos años: La guerra civil (1936 / 1939) dejó profundas huellas y
resentimientos y el fin de la guerra
fue el inicio de la férrea y represiva dictadura del general Franco. Al morir
Franco, en 1975 España seguía profundamente dividida y adolorida y se vivían
momentos de gran tensión por el rumbo que tomaría España después de la muerte del
"Caudillo": los herederos políticos del dictador y los militares
deseaban que las cosas siguieran igual: control y represión, obstáculos a la
libre expresión, exagerada injerencia del poder clerical en el manejo del
estado. A su vez los partidos y movimientos de centro y de izquierda exigían un
cambio total.
Muerto
Franco, el rey podía asumía el mando absoluto, pero también podía optar por la
democracia. Pocos apostaban a que el joven rey don Juan Carlos se aventurara a
abrir España a la democracia. Pero lo hizo y designó a Adolfo Suárez, joven y
carismático político de ideas de derecha como Presidente del Gobierno, y le
otorgó facultades para implantar una nueva constitución de corte democrático.
El
país era escéptico, tanto la izquierda
como la derecha recibieron con recelo este nombramiento. A partir de ese momento en que asume la
presidencia del gobierno Adolfo Suarez pasa a la historia como el estadista que
logró la concordia y que puso a España en el camino de las libertades, la
democracia y el progreso. Fue labor suya el proponer una constitución que
mantiene la monarquía como vínculo de unidad nacional, da autonomías a las
regiones, garantiza libertad de cultos, de expresión, de asociación, de
integración y apertura mundial.
Los
exilados pudieron volver, se legalizaron partidos proscritos como el partido
comunista duramente perseguido en la dictadura.
Son celebres las fotos en donde aparecen personajes que años antes no
podía imaginarse siquiera saludándose: El cardenal primado de España, al lado
de Santiago Carillo jefe supremo del partido comunista, la famosa Pasionaria, quienes regresaban de un
largo exilio y el presidente Suárez.
Pero
la política es veleidosa: quien triunfa hoy puede ser excluido ingratamente
mañana. Al igual que a Churchill salvador de Inglaterra, después de gobernar
con éxito, el electorado le dio la espalda. El poder desgasta, y pese a sus
méritos los partidos políticos le restaron apoyo y Suárez renunció a la
presidencia del Gobierno.
Los
años pasaron y cuando ya Suárez no tenía ambiciones políticas, se volvieron a
reconocer sus méritos y empezó a recibir merecidos honores.
Se recordó entonces su histórica actitud cuando
en plena sesión de las oretes (Parlamento español), penetró el coronel Tejero disparando
a diestra y siniestra con un grupo de militares que amedrentaron a los
parlamentarios para iniciar un golpe de estado encaminado a restaurar el
antiguo régimen. El coronel golpista, pistola en mano ordenó a todos los
parlamentarios y funcionarios del gobierno botarse al suelo o arrodillarse. Todos
obedecieron menos Suarez que desafiante permaneció de pie. Tejero se rindió
ante el respaldo incondicional del rey al valiente presidente Suárez y se derrotó
la intentona de golpe de estado.
Los
méritos de Suárez ahora reconocidos le valieron las más altas distinciones del
reino de España: nombrado Duque de
Suárez, condecorado con la orden del Toisón de Oro y Collar de la Real y
Distinguida Orden Española de Carlos III, que muy raras veces se otorga. En su funeral de estado presidido por
el Rey y el príncipe heredero, coincidieron los líderes de casi todos los
partidos: Felipe González, Rodríguez Zapatero, Pérez Rubalcaba, Mas el
presidente de la autonomía Catalana, junto a Aznar y Rajoy. El ex presidente de
Colombia Álvaro Uribe se cuenta entre los asistentes. Una multitud acompañó su
féretro. Encuestadas muchas personas, todas coincidieron en un testimonio de
gratitud y fueron unánimes en que además de ser un gran estadista, era por
sobre todo un hombre bueno, amable y de fácil acceso al pueblo.
Adolfo Suárez,
Virgilio Barco y Cúcuta.
Cuando
Virgilio Barco y Carlos Andrés Pérez acordaron constituir las Comisiones
Presidenciales Binacionales de alto nivel, para dirimir los conflictos
fronterizos y lograr la amable concordia e integración natural de las zonas de
frontera, los presidentes coincidieron en invitar a Adolfo Suárez como testigo de
honor a la instalación de esas comisiones. Ese día tuve el honor de conocerlo y
de intercambiar ideas con el gran estadista. Cúcuta tuvo igualmente el honor de
tenerle como su huésped.
A
manera de anécdota triste, debo recordar que en el banquete servido para ese evento,
la clase dirigente desaprovechó el momento para hacer planteamientos de
desarrollo. Alguna señora que ocupaba un alto cargo de nivel local nos hizo
abochornar cuando quiso liderar las conversaciones llevándolas en son de vulgar informalidad a temas de
minucias de la política parroquial.
Son
abundantes las frases que en su momento pronunció o escribió Suárez y que sirven
de inspiración para naciones como la muestra en donde aún quedan personas que quieren
seguir acariciando el rencor por lo que llaman el inicio de “la violencia”
política de hace más de cincuenta años, pero que tienen que encarar el reto de
la reconciliación y la concordia.
"La
democracia, por encima de sus exigencias concretas y de sus modos técnicos de
realización, es un estilo de vida, una forma de entender y actualizar la
convivencia política, que se gana día a día por el trabajo ilusionado, el
esfuerzo integrador, la voluntad de diálogo y la capacidad de compromiso."
Al
recibir el premio Príncipe de Asturias de la Concordia en septiembre de 1996,
dijo: "En un sistema democrático nadie está en posesión de la verdad
absoluta, el pluralismo político es absolutamente imprescindible y uno de los
valores más importantes de la vida política es la confrontación de los
programas y las ideas. Pero creo también que debe haber un campo muy especial
en el que la inmensa mayoría de las fuerzas políticas, económicas y sociales
pueden y deben llegar a un acuerdo."