Me duele España y me
conmueve Cataluña.
Álvaro Villamizar
Suárez
Los hispanoamericanos
no podemos ser ajenos ni insensibles ante el grave problema que los llamados
independentistas catalanes han creado. Problema para ellos, problema para
España y también para el mundo, que en
momentos de aglutinamiento de naciones ve con asombro el independentismo catalán.
Pienso que los señores
Mass, Puigdemont y sus acólitos tienen complejo de “colonia” y están trasmitiendo
ese complejo a sus paisanos. Tal vez como “colonia” que desea independencia,
creen libertadores: Simón Bolívar, el cura Hidalgo o José de San Martín.
En los siglos del colonialismo
los americanos fuimos colonia española, como la unión americana y la India fueron colonias británicas,
al igual que las naciones árabes lo fueron del imperio turco.
Pero es que Cataluña jamás
ha sido colonia de nadie, salvo que remotamente fuera colonia romana como lo
fue toda Europa.
Por ello hablar de
“libertad, de “independencia” es alimentar el complejo de sentirse “colonia”. Es
optar por empequeñecerse, dejar de ser parte a un país lleno de historia y de grandeza,
para ser un nuevo estado empequeñecido, aislado de quienes han sido sus compatriotas
y de las naciones hispanoamericanas que nos sentimos orgullosas de nuestra
herencia de mestizaje español y de nuestro
idioma y que nos duelo el grosero menosprecio
que los “libertadores” están infundiendo a los catalanes por el idioma español y
por todo lo hispano.
Recurrir a exaltar el nacionalismo
catalán es acercarse a las perversas manipulaciones emocionales con as que
contagió Hitler a los pueblos arios o
Mussolini al pueblo italiano.
Los catalanes al igual que
todos los miembros de las diversas comunidades o regiones de España bien pueden
sentirse orgullosamente catalanes y orgullosamente españoles, como se sienten
los andaluces, gallegos, extremeños, etc.
No han medido, o habrán
pensado muy optimistamente, todo lo complicado que es convertirse en estado soberano.
Nueva moneda. Relaciones
internacionales, que implica apertura de embajadas. Tratados comerciales.
Aduanas. Pasaportes. Definir la suerte de quienes viven en Cataluña pero
se mantienen como españoles, o con los
ciudadanos de todo el mundo que residan en Cataluña y que hoy por hoy no necesitan
visa, por ser nacionales de naciones de la unión europea o por tener visas otorgadas por el gobierno
español. Y tendrán que pensar en crear su propio sistema vial y ferroviario. Y
diseñar el sistema tributario. Esos entre otros aspectos.
Todo lo
anterior debemos añadir, según dicen los expertos, los convenios sobre
responsabilidad proporcional de la deuda pública de España. Los bienes del
estado español en territorio catalán. España es invitada y su rey es personaje
central en los eventos que congregan a Hispano América. La eventual “República
de Cataluña” será maginada de esos
eventos. Deberá pedir su ingreso a la ONU, y seguramente la Unión Europea
demorará estudiar su solicitud de ingreso pues dentro de los postulados de esa unión
está precisamente la unión no la disolución de los estados.
Los tratados de
comercio, navegación, etc. La validez de títulos académicos expedidos por
universidades catalanas para ejercen en España o en el mundo. Y muchos aspectos
más.
Los independentistas ¿aceptaran
el idioma español como lengua oficial junto con el idioma o lenguaraje catalán?
¿O prohibirán el idioma, nuestro idioma, para recalcar su nacionalismo y
desprecio a lo hispano?
Es muy posible que los independentistas
no logren su objetivo, pero ya han hecho un gran daño a su propio pueblo,
alagado con emotivos discursos nacionalistas. Y es deseable que el estado
español y dirigentes catalanes y dirigentes de todas las regiones autonómicas de
España, dialoguen sobre reformas constitucionales que permitan entendimientos,
desde una polémica propuesta de abolición de la monarquía para transformar a
España en una república federal, hasta una mayor autonomía para las regiones.