martes, 7 de marzo de 2017

Urbanidad y Código de Policia

La Urbanidad y el Código de Policía.
A finales del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX existía coincidencia entre las normas de los Códigos de Policía departamentales (hoy es un código nacional) y las normas que se enseñaban en escuelas y colegios en la asignatura llamada Urbanidad y Civismo.
Como esa cátedra, al igual que la historia y las humanidades, se eliminaron de nuestro sistema educativo, y como son contadas las familias en las cuales los padres enseñan a sus hijos normas de urbanidad, mis lectores no encontrarán congruente la afirmación de que las viejas normas de urbanidad y el código de policía se identifican en muchos aspectos.
La urbanidad que nos enseñaron, tanto en casa como en la escuela, tenía como objeto hacer grata la convivencia ciudadana, las buenas y amables relaciones de vecindad, la protección a la mujer principio resumido en el mandamiento de que “...a la mujer no le pegarás  ni con el pétalo de una rosa…”, hacer gala de “buenos modales” (palabra extinguida hoy). Igualmente se enseñaba a conocer y respetar los símbolos patrios, a respetar a las autoridades civiles, eclesiásticas, profesores, discapacitados y personas mayores.  En los manuales y clases de urbanidad se reprobaba botar basuras a la calle. Se decía que la pobreza no era excusa para vestir y presentarse con suciedad. No era cívico ni considerado con su ciudad quien no cuidaba la  buena presentación de la fachada y el andén de su casa.
El amor a la patria y a los deberes ciudadanos era igualmente  materia de la urbanidad y la cívica.
Por supuesto que la cátedra de urbanidad y civismo incluía igualmente otras normas que no son del resorte de los códigos de policía, pero que mejoran los buenos usos sociales, como el protocolo o etiqueta en el comedor. Normas que por su ausencia nos obligan a soportar a personas importantes que comen de manera repugnante, pues ni en la escuela, ni en la casa les enseñaron los buenos modales en la mesa. Ahora tenemos algo que se imaginaban los abuelos: reuniones en las cuales nadie habla, nadie mira, nadie responde, todos dedicados al celular, en la mayor muestra de descortesía.
Hoy es corriente oír las mas vulgares y groseras expresiones, chistes, y atrevidos comentarios incluso en presencia de damas y que tristemente son aplaudidos por quienes en otras época no soportaban esas expresiones en su presencia.
Saludar era de rigor cuando se entraba a un salón, a una casa, a un club. Hoy vemos que la gente que saluda son curiosas excepciones. 
Ceder la silla a la dama y al discapacitado era norma de rigor. Hoy los señores se apoltronan y justifican su descortesía basándose en la igualdad de los sexos.
Aceptemos que los tiempos han cambiado y que si leemos el famoso “Manual de cortesía y urbanidad” de Carreño, no podemos evitar sonreír ante situaciones y recomendaciones que hoy, más de cien  años después,  no tendrían cabida en momentos en que la mujer compite laboral y profesionalmente con el hombre, y que goza de todas las libertades impensables en viejas épocas. Pero la esencia de las normas de urbanidad, cortesía, protocolo y civismo son inmutables y se resumen diciendo que tanto la urbanidad como el código de policía se identifican en que la cortesía es el mejor sistema para la convivencia ciudadana y vecinal, pues las buenas maneras, la tolerancia, la abstención de actos que perturben o  mortifiquen al vecino son la mejor fórmula de convivencia amable.
A propósito del libro del famoso profesor Carreño, maestro de las normas de etiqueta, urbanidad, buenos modales, debemos recordar, que Carreño era venezolano, y además era el papá de la famosa pianista Teresa Carreño, en  cuyo homenaje lleva su nombre el gran teatro de Caracas. No sé si la revolución bolivariana le haya cambiado el nombre y el uso a ese monumental teatro. Lo que sí es seguro, es que el señor Maduro no tiene la más mínima idea de quien fue Carreño, ni comprenderá lo que es urbanidad y buenos modales.

Nota sobre Manuel Antonio del Rosario Carreño Muñoz, nació en Caracas, en 1812 y murió en París, en 1874, hombre de gran cultura en  todos los ramos, fue un músico, pedagogo y diplomático. Se le recuerda por su famoso “Manual de Urbanidad y Buenas Maneras para jóvenes de ambos sexos”, más conocido como Manual de Carreño, el cual se sigue reimprimiendo en ediciones facsimilares de la primera edición.