lunes, 11 de octubre de 2010

Con Chavez no es posibe ser optimista

Lunes 11 de octubre de 2010
Con Chávez no es posible ser optimista.
A lo sumo ligeramente pesimista
Álvaro Villamizar Suárez
Por deferencia del presidente Virgilio Barco, y luego por ratificación de los siguientes mandatarios y hasta mediados de la primera administración Uribe, fui miembro de la Comisión Presidencial para la Integración, inicialmente llamada Comisiónes de Vecindad, luego Comisión Presidencial de Asuntos Fronterizos COPIAF. Fueron doce años de activa participación (ad honoren) en sus periódicas reuniones, tanto plenarias como temáticas.
Sin falsa modestia puedo hablar con conocimiento de causa de todos los aspectos que motivan las relaciones de todo tipo entre una y otra nación y en especial de la manera de negociar con los vecinos, lo cual no era fácil antes de Chávez, y ahora con Chávez mucho menos fácil. Lo mismo que podría hacer Jaime Pérez López, quien se nos adelantó en la marcha, o Enrique Vargas,  José Antonio Lizarazo o Alberto Santaella. Y lo mismo que pueden hacer personas como José Neira Rey, verdadero conocedor de la temática de relaciones de frontera, o Alberto Lobo quien fue secretario de la Comisión.
Todo este preámbulo a raíz de la reunión, la semana pasada, de los dos cancilleres acompañados de las respectivas comisiones (a propósito desconocemos los nombres de sus integrantes y quienes de ellos son oriundos o vinculados a esta frontera), reunión de la cual nos enteramos por las noticias de prensa y de las respectivas fotos que  nos muestran a los participantes incómodos y apretujados en poco protocolarias sillas plásticas rimax. Y también la Opinión nos infiorma que se le impidió el acceso al doctor Neira Rey. Seguramente los organizadores no deseaban que fueran opacados por quien de verdad si sabe de estos termas.
Al rememorar las diversas etapas en que se desarrollaron las actividades de la extinguida COPIAF, y el porqué de su extinción después de unos resultados tan exitosos, vale la pena sacar conclusiones que nos permitan abrigar un ligero y tímido optimismo por la nueva etapa que se abre en las relaciones binacionales. Yo por mi parte solo tengo un leve pesimismo.
1. En sus primeros años, cuando gobernaban dos hombres de frontera: Virgilio Barco y Carlos Andrés Pérez, de los diez comisionados presidenciales, cuatro comisionados eran nortesantandereanos, la Guajira, el Cesar, Arauca y Santander del Sur un comisionado cada departamento. El canciller y en su suplencia la vicecanciller y el Director de Fronteras completaban los diez comisionados. A las comisiones las apoyaban asesores gubernamentales en las diversas ramas.
2. Inicialmente la temática era estrictamente fronteriza y se encaminaba a lograr que se reconociera que las zonas limítrofes desarrollan usos y costumbres comerciales, sociales, etc., que cada país debe respetar y mantener como política de estado, inalterables e independientes de los gobiernos de turno de cada país. Era lograr el reconocimiento de ciertos fueros especiales implantados por la costumbre y la necesidad de mutuo intercambio.
3. Los primeros años fueron  extraordinariamente fructíferos en acuerdos que mejoraban el buen vivir de nuestras gentes.
4. De un momento a otro, se hizo presente la “Apertura Comercial”, y la comisión empezó a ocuparse de temas diferentes a los de la vida de frontera. Se negociaron los acuerdos comerciales que permitieron un impetuoso crecimiento de las exportaciones colombianas a Venezuela. Pero simultáneamente se fue cambiando la composición de la Comisión. Poco a poco se quitó representación a los departamentos fronterizos y vimos sentados en las comisiones a empresarios bogotanos, antioqueños y caleños. El Presidente de la comisión ya no volvió a ser nortesantandereano. Los temas de los grandes acuerdos comerciales desplazaron los asuntos propios de la vida de frontera. Una vez que se lograron los acuerdos de exportaciones, la comisión empezó a languidecer. La apertura mató a la integración fronteriza y el ministerio de Comercio absorbió el tema de las conversaciones
5. La falta de elevar a política de estado las regulaciones de la vida de frontera (que son bien diferentes de las relaciones entre cancillería y cancillería y de los tratados comerciales) dio como resultado que las discrepancias entre los talantes de cada presidente y las políticas de cada gobierno, distorsionaran la vida de frontera al punto de que se paralizaran las ciudades fronterizas y que el pasar de Colombia a Venezuela dejara de ser agradable.

Conclusión: Las negociaciones entre las actuales comisiones, integradas por personas cuyos nombres no conocemos, ni sabemos si son oriundos de las fronteras mismas, y el destierro a que condenan a personas como Neira Rey, que si saben del tema, sumados a las veleidades del temperamento del comandante Chávez, no permiten el optimismo sobre la duración de esta forzada luna de miel. A lo sumo un moderado pesimismo. Todo con el comandante es condicionado a sus explosiones temperamentales. Creo que los exportadores colombianos deben aprender la lección, que sigan abriendo otros mercados para evitar la dependencia de un solo comprador que además de temperamental es conocidamente mal pagador. Y si venden que hagan realidad el viejo dicho “Plata en mano, y…. Mercancía en tierra.”




 





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