lunes, 14 de noviembre de 2011

¿Viajero o Turista?

¿Viajero o Turista?

Un amigo comentaba que se enojó cuando en un viaje lo calificaron como “turista”.  Comparto ese enojo, el calificativo de turista no me cuadra y casi que lo considero despectivo. Por lo menos es despectivo en países con tradición histórica y cultural que se ven asolados e invadidos por las manadas, eso sí de turistas.
¿Pero es que existe diferencia entre ser viajero y ser turista?  Por supuesto que existe. Para que establezcamos las diferencias, veamos algunos puntos que resultan claros para quienes se califican como viajeros y que sienten repulsa a quienes los califican como turistas.
El viajero sabe muy bien para donde va, que va a ver, que va a vivir o revivir. Para ello previamente a estudiado o repasado los datos históricos, geográficos y de interés del país y de la región y la ciudad.  Posiblemente deseche sitios en donde se concentran las manadas de borregos, digo de turistas, que siguen dócilmente a un  guía que repite como en un disco su lección sobre el lugar, sus chistes, y sus opiniones. El viajero sabe de otros sitios, de otros rincones que nada interesarán al simple turista pero que encantan al viajero pues le pone en contacto directo con las gentes del lugar, su estilo de vida, su cultura propia. 
Al turista solo le interesa hacerse fotos que le permitan impresionar a sus amigos para demostrarles que pasó por Paris y que se subió a la torre Eiffel o que fue al Molin Rouge a ver strip tease.
El turista elude la gastronomía local y prefiere la universal y engordadora hamburguesa. De ser posible pide aguardiente si es paisa, y menosprecia el vino. El turista colombiano se deja llevar del amor patrio y con dos o tres tragos grita y proclama que sus colombianadas.
El viajero sabe que es imposible visitar en un día todo un museo, pero selecciona las galerías que quiere ver en ese viaje y las disfruta; en otro viaje visitará otras galerías y seguramente volverá a visitar cuadros que ya conoce y por lo cuales siente especial preferencia. El turista recorre al trote todos los salones lo ve todo y no ve nada. Ningún cuadro, escultura o monumento lo impresionará.
El turista cree haber aprendido mucho por las historias que cuenta el guía. El viajero ya sabe esas historias, y sabe que buena parte de ellas son solo cuentos para turistas, y que las historias verdaderas se aprenden en los libros.
El turista normalmente no escoge los sitios a visitar. Se los escoge e impone la agentcia de viajes, y el turista queda feliz pues no tuvo que pensar ni organizar: otros piensan por él y organizan por él.
El viajero sabe que el goce de un viaje se inicia preparando su itinerario, y escogiendo a su gusto rutas y medios.
El viajero hace fotos, claro que sí, pero no necesariamente posando ante los  monumentos que demuestren su visita. Muchas veces prefiere tomar la foto del detalle, así no aparezca el en la foto.  El viajero se detiene a mirar y observar la infinita cantidad de esculturas, relieves, vitrales, cornisas, que tienen las catedrales, los castillos, los monumentos, mientras que el sudoroso turista pasa los ojos a gran velocidad sin captar los detalles muchos de los cuales pueden ser más interesantes y sugerentes o sugestivos que el mismo  monumento en su totalidad. El viajero capta el paisaje, los colores propios de cada lugar, los detalles.
El viajero sabe que no hay necesidad de hacer ostentación de haber ido a los famosos restaurantes para comer muy bien, y sabe que en muchos rincones de las ciudades y los pueblos de consiguen además de delicias para los gourmets, ambientes acogedores y muy interesantes.
El viajero sabe que la imaginación le ayudará a encontrar el encanto de paisajes aparentemente desolados o sombríos, a revivir momentos de la historia al contemplar unas ruinas, a  ver gigantes cuando los turistas solo verán aspas de molinos de viento.
El viajero revivirá la epopeya de Colón cuando visite su catafalco en la catedral de Sevilla, o lo vea contemplado “La mar oceana” desde la altura de su monumento en Barcelona. Y vivirá las historias de los abencerrajes y la Alambra cuando pasee por sus jardines en Granada.
El viajero que debe ser un buen lector se encontrará con el comisario Maigret en las calles de Paris, al visitar Notre Dame imaginará el momento de la coronación de Napoleón, y al Los Inválidos entenderá los relieves alegóricos que rodean la rotonda de su sepulcro, y por ello sabrá que Napoleón no solo fue un ambicioso conquistador sino un increíble organizador, un legislador, un  mecenas de las ciencias y las artes.
El viajero sentirá una vibración especial en su espíritu cuando llegue a Santiago de Compostela, o cuando visite las ruinas mayas en el Yucatán, o las Incas en el Cusco, o la gruta de Lourdes.  Y sentirá angustia al pasear las ruinas de Pompeya.
El viajero verá a Evita Perón saludando desde el  balcón de la casa rosada. Sentirá el balanceo de los veleros de Magallanes tratando de pasar del océano Pacífico al Atlántico. Recordará a Marco Polo cuando recorra el laberinto de callejuelas y canales de Venecia, y entenderá que es verdad que las catedrales medioevales encierran numerosos misterios.
El viajero repetirá sitios y lugares que le han atraído siempre, mientras que el turista dirá que eso ya lo conoce.
El turista maltrata el paisaje y afecta el medio ambiente, daña el monumento, afecta el diario vivir el ciudadano local que empieza ya a despreciarlos así les deje dinero.
Por ello los invito a ser viajeros no turistas.

1 comentario:

  1. Playa Paraíso esta a una media hora en coche del aeropuerto de Cancún y está diseñado específicamente para las familias "en el más alto nivel." Alojarse aquí, usted puede explorar las ruinas mayas, buceo, exploración de los arrecifes de coral, relajarse en lagunas aisladas y pintorescas y visitar los parques temáticos únicos.
    Fuente: galapagos cruise discount

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