viernes, 21 de octubre de 2011

LA INTELIGENCIA COMPARTIDA

LA INTELIGENCIA COMPARTIDA.
Son innumerables los libros y artículos sobre lo que es la “Inteligencia”. Muchas las definiciones que se han dado de la inteligencia, y numerosos los test o pruebas  que intentan medir la inteligencia de cada persona (IQ).
Cuando algunas pruebas mostraron que personajes que han regido el destino del mundo tenían a duras penas un coeficiente o IQ de 120 sobre 200, y que por el contrario muchas personas con alto índice de inteligencia eran seres opacos, mediocres o perdedores, se lanzó la tesis de que existe otra inteligencia que es más importante que la simple inteligencia medida por los test, y se la llamó “Inteligencia Emocional”,  que para simplificar podemos tal vez decir que es la simpatía o el carisma personal. El ser practico  en las soluciones.  Es la que hace que personas como John F. Kennedy cuya inteligencia conforme a los test era normal, fuera presidente de Estados Unidos y además uno de los más influyentes y recordados, al igual que se recuerda a un hombre gordito y bonachón como el papa Juan XXIII como el papa bueno, o a Juan Pablo II que con su gran inteligencia emocional cautivó al mundo católico y no católico y derrumbó el sistema político que regía la mitad del planeta tierra.

Uno de mis grandes gustos, es perderme en los salones y laberintos de las librerías europeas. Así que una tarde en Madrid me interné en la Casa del Libro, siete pisos atestados de libros, salones para tertulia, y presentación de los autores que presentan y firman sus libros y conversan con los asistentes. Esa tarde (otoño de 2002) el invitado era José Antonio Marina acompañado de la periodista Nativel Preciado quienes firmaban su obra “Hablemos de la Vida”. El tema era La Inteligencia Compartida. Me resultó fácil entrar en dialogo con el profesor Marina quien me explicó su tesis sobre la Inteligencia Compartida, tema que quiero compartir en esta columna.
Primero permítanme presentar al profesor José Antonio Marina: Filósofo y catedrático, galardonado con el Premio Nacional de Ensayo, Premio Anagrama, Premio Elle y Premio Giner de los Ríos de Innovación Educativa. Reconocido públicamente como el pensador y ensayista con mayor capacidad divulgativa en España. Es columnista habitual de la gran prensa madrileña y autor de numerosas obras sobre el tema que lo apasiona: la inteligencia compartida.
Entresaco apartes del dialogo, con el profesor y su interlocutora la periodista:  “La inteligencia, no es la facultad de resolver ecuaciones diferenciales o cosas semejantes, sino la facultad de dirigir la conducta para salir bien parados de la situación en que estemos. No está orientada al conocimiento, sino a la acción.  No está orientada al saber, sino a la felicidad. .../... La finalidad de la inteligencia compartida es conseguir que un grupo de personas comunes y corrientes consigan resultados extraordinarios.../......las inteligencias individuales se desarrollan inevitablemente en un entorno social, sin el cual no pueden constituirse y del que depende en gran parte su despliegue y desarrollo.../...ahora sabemos que el paso de la inteligencia potencial a la inteligencia actual, cinética, depende en gran manera de la influencia del entorno y del ambiente."

Vivimos integrados en grupos: la pareja, la familia, la empresa, la ciudad. Estas comunidades no son un simple agregado de inteligencias individuales. Su organización, el sistema interno de comunicaciones, estímulos, apoyos u obstáculos que el grupo proporciona influyen en la inteligencia personal, estimulándola o deprimiéndola, dándole alas o cortándoselas.  "La inteligencia de un grupo puede definirse como la capacidad de mejorar o empeorar los resultados individuales.../... en determinadas situaciones nos sentimos más capaces, animados, inteligentes y generosos según las personas con las cuales departimos. Por el contrario en otros grupos, nos dejamos resbalar por la pendiente de la crítica, la malevolencia, el desánimo, la desconfianza".   Ciertas tertulias y grupos de mi tierra pensé yo.

Desarrollamos la inteligencia compartida cuando tratamos con personas que aumentan nuestras posibilidades vitales. Grupos que nos proporcionan ánimo, valor, alegría,  que valoran esas posibilidades personales y exigen y premian a la vez.  Por el contrario, dice el profesor, cuando conversamos con personas opacas y negativas sentimos que no somos igual de divertidos o brillantes pues "hay ambientes que lejos de favorecernos, nos entorpecen y bloquean”

¿Existen ciudades inteligentes?
En esta mes en que las ciudades eligen sus alcaldes y sus cabildos o concejos municipales nos podemos preguntar si la Inteligencia Compartida es aplicable a las ciudades. ¿Existen ciudades más inteligentes que otras?.  Por supuesto que sí, unas ciudades son más inteligentes que otras. Recuerdo la respuesta dada por el profesor a una pregunta que le formuló la periodista Nativel: ¿Podríamos hablar entonces de estupidez compartida? El profesor respondió:  “Desde luego. Todos nos comportamos de distinta manera en función del ambiente del que participemos. Existen colectivos envidiosos, frívolos, depresivos, egoístas, mediocres y otros generosos, creativos, eufóricos, altruistas, imaginativos. Unos estimulan el ánimo y otros hacen que cunda el desánimo. Hay grupos en los que las conversaciones sólo favorecen la tontería o la broma de mal gusto. Otros al contrario, plantean cuestiones tan estimulantes que sacan a flote las mejores ideas. La inteligencia colectiva funciona en cualquier grupo: entre los amigos, las parejas, las familias, las empresas, en el barrio, en la ciudad.”
En un artículo más reciente, (octubre de 2010) publicado en "El Mundo" de Madrid el profesor Marina afirma que "La gran creación de la inteligencia compartida es el “capital cívico” de una comunidad", capital cívico que involucra "la confianza, la ausencia de corrupción y fanatismo, la buena marcha de las instituciones, el índice de participación en tareas públicas, la capacidad de autocrítica, los valores éticos compartidos, los sistemas de ideas con los que interpreta la realidad."
¿Es nuestra querida Cúcuta una ciudad inteligente? ¿Tiene valores éticos compartidos? ¿Estimula en sus habitantes la inteligencia individual y compartida? ¿Tiene capacidad e inteligencia para elegir a sus gobernantes y legisladores?


 

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